El balance entre la vida y la muerte es algo en lo que usualmente no pensamos, sabemos que para que siga existiendo la vida es necesario que todo eventualmente muera, pero en Santuario hay quienes se encargan de esto.
Los Sacerdotes de Rathma a menudo son incomprendidos por cuidar este balance, su magia trafica con la vida y la muerte; la sangre, los espíritus e incluso los mismos cadáveres de sus enemigos son sus recursos más recurrentes, y con estos llevan a cabo su sucia labor… pero bueno, alguien tiene que hacerlo.
A esta orden de sacerdotes pertenece la tan amada clase del Nigromante que debutó en el 2000 en Diablo 2, y ahora regresó para Diablo III esta semana en Rise of the Necromancer. Los que llegaron a jugar con esta clase en la entrega pasada de la saga tendrían ya una idea de lo que podrían esperar, pero los claros cambios que se han hecho en el modo de juego y sobre todo en el sistema de habilidades hacen que la experiencia no sea ni remotamente similar a la pasada, lo cual no es algo malo.
Definitivamente la diferencia más notable que encontrarán los fans de esta clase, si deciden ser un Nigromante más enfocado a la invocación, es la falta de libertad, pero lo compensa con una jugabilidad mucho más enfocada a hailidad y estrategia, antes si tenías un Nigromante de alto nivel, bastaba con que mataras un par de enemigos y de sus restos invocaras esqueletos para no tener que volver a atacar o a utilizar tus habilidades, 6 esqueletos, 6 esqueletos magos y un golem de arcilla o de hierro harían todo el trabajo por tí, matarían al mismísimo Baal, ahora si te mal acostumbraste a dejar que tu ejército haga todo el DPS por ti, te van a hacer falta manos para poder controlar al nuevo Nigromante.
Y lo divertido de esto es que no importa que “Build” elijas, sangre, huesos o invoación, tu experiencia requerirá más habilidad y estrategia que antes.
Otro cambio muy significativo se encuentra en la personalidad de la clase y su inclusión a la historia, se siente demasiado empático a la causa de los personajes principales, busca la destrucción de los males supremos restantes para restaurar el balance entre la luz y la oscuridad, tan noble su causa y sus líneas tan “buenas”, que el sentir es más heríco que sombrío, ¿Cómo olvidar esa frase al matar a Diablo en Diablo 2? -Lo siento Diablo, pero tarde o temprano te habrías interpuesto en mi camino- Me erizaba la piel… Ahora es mucho más, pues, digamos buen niño.
En lo que de verdad le pusieron mucho empeño el equipo de diseño de Blizzard, y se nota desde el primer momento, es en todas las armaduras, armas y conjuntos en general que crearon para este personaje, estéticamente es una obra de arte, habíamos quienes no quedamos satisfechos con el diseño de Xul en Heroes of the Storm, pero Blizzard se reivindicó creando obras maestras tanto apra la versión masculina como para la femenina de los nuevos Sacerdotes de Rathma, que llegan a nueva Tristram a investigar la estrella caída.
No se si sea probable que esta inclusión permita al equipo de desarrollo expandir sus horizontes y quizás ver nuevas clases en un futuro no muy lejano o quizás volver a otros personajes abandonados como el Druida y la Asesina de Diablo 2: Lord of Destruction, pero ya nos han abandonado mucho a los fans de la saga, ¿sólo una expansión y dos personajes extras en cinco años?,¡ Por favor Blizzard, necesitamos más amor los fans de Diablo!
Por mi parte y como conclusion a esta breve opinión sobre “Rise of the Necromancer”, estoy muy contento con el resultado, tanto en gameplay como en la manera en la que incluyeron a la clase a esta nueva etapa de Santuario, se acercaron mucho al sentimiento de nostalgia que buscábamos los seguidores fieles de la saga, respetando el gameplay actual y haciendo sentir a la clase muy fresca, esos conjuntos y habilidades nuevas nos hacen querer más y más, una excelente manera de volver a hacer sentir poderosos a los Nephalem.
Ahora ya no pueso esperar a que comience la onceava temporada el 20 de Julio para crear un nuevo Nigromante ahí.
Reseña escrita por: Rodrigo Villalón.