A veces la muerte y dejar de hacer readaptaciones es mejor
En el cine actual los refritos de películas que marcaron época en su tiempo de salida parece ser el pan de cada día, que garantice el interés del público por llenar la sala y se vuelva un éxito sin importar la calidad de esta así como su esencia y trasfondo, es por ello que crear un nuevo fenómeno se ha vuelto innecesario y se recurra a las llamadas “libres adaptaciones” en la que se toma como base una obra literaria sin seguir necesariamente el orden y su historia.
“Pet Sematary”, uno de los libros más famosos y terroríficos de Stephen King, publicado en 1983, trata sobre el apego emocional, el sentido de pertenencia de las cosas y la propia vida así como su contraparte, el miedo a la muerte, ese oscuro frío que te congela la sangre y cala hasta los huesos al pensar en dicho suceso.
La historia gira en torno a la familia Creed, conformada por Louis (Jason Clarke), Rachel Creed (Amy Seimetz) y sus hijos Gage (Hugo/Lucas Lavoie) y Ellie (Jeté Laurence) quienes después de vivir por muchos años en Boston buscan una vida más tranquila y pacífica en Ludlow, Maine, un lugar lejos de la ciudad rodeado de belleza natural, grandes árboles, aves y otros animales silvestres pero a su vez lleno de curiosidad y misticismo pues en aquel lugar los niños de la zona tienen una tradición muy particular, un pequeño cementerio exclusivo para sus mascotas, quienes han perdido la vida de forma ya sea natural o han sido alcanzados por los autos que circulan por la carretera cercana. Estos pequeños realizan todo un ritual en la procesión, portando máscaras de animales acompañados del sonido que ejercen los pequeños tambores que lleva alguno de los chicos.
Esa costumbre puede causar incomodidad a la nueva familia del lugar quienes además deben aprender a sobrellevar su temor y enfrentar a sus fantasmas del pasado que los han marcado, es ahí cuando el miedo, desesperación y tragedia comenzarán a causar estragos y embargar la vida de los Creed, pues hay algo más allá de la pequeña necrópolis, después del muro de troncos, más allá de los 45 escalones.
¿Qué serías capaz de hacer con tal de no perder aquello que tanto amas? ¿Podrías sobrellevar la locura y la tristeza o aprovecharías la oportunidad que se presente para recuperarlo a pesar de ser aberrante y sobrenatural?
Sin duda alguna, la película mantiene la tensión requerida a lo largo de la historia contada pues conserva una ambientación oscura, gracias a la fotografía de Laurie Rose, quien sabe aprovechar toda la “paleta de colores” que ofrece la naturaleza del lugar en conjunto con la banda sonora a cargo de Christopher Young quien por momentos nos hace sentir desesperación y tensión en los músculos sin que el espectador sienta la necesidad de apartar su mirada a lo que está observando. Sin embargo, hay ocasiones que en lugar de ocasionarnos esta sensación, provoca cierto estrés y puede tornarse aburrido al haber un silencio prolongado, llegando al punto de pensar que ha pasado mucho tiempo en una escena.
La actuación de Jason Clarke es memorable, por ocasiones se llega a sentir a un “Jack Torrance” en la piel de Louis Creed, ese cambio de personalidad, el estar acariciando el borde de la locura queda muy bien interpretado. Por su parte Amy Seimetz no se queda atrás, logra el cometido de plasmar la preocupación de una madre que ha tenido que lidiar con situaciones aterradoras que permanecen en su mente y el miedo constante por encontrarse en peligro.
A pesar de todo ello la película tropieza en varias ocasiones, cosas en las que se ha enfocado toda la mala crítica, pues es evidente la falta de guión o justificantes razonables de diversos sucesos, que hace parecer que el libreto presentase una buena cantidad de huecos, lo que hace inverosímil que una historia basada en un libro pueda llegar a presentarlos, tal vez si la cinta hubiera durado más tiempo…
En otras palabras, la trama “Cementerio Maldito” es como una onda sinusoide, pues en las “crestas” nos regala momentos terroríficos y angustiantes que logran su cometido, así como sus “valles” representados por los típicos “jumpscares” que han caracterizado a las recientes películas del género y hacen sentirla como algo más del montón y el pequeño gran cambio de rol de uno de los personajes que la hace menos entrañable. Pero además de una “línea de equilibrio” dada por la esencia de la historia original y que se conserva en el filme, incluyendo las referencias al universo de Stephen King que tanto gusta a sus fanáticos cuando las encuentra.
La película se encuentra en cines desde el 5 de abril.