Me es imposible no escribir con el corazón y no regodearme de júbilo después de que el equipo al que sigo desde que era un escuincle se consagra en lo más alto del fútbol nacional.
Hablar del América no es cosa fácil, pues es un equipo bipolar que siempre está en el ojo del huracán, rodeado de polémica, pero también de envidias. Si, envidias, aunque sus detractores se esmeren en negarlo.
Amor y odio, dos extremos que este equipo lleva a cuestas, pues es sabido por todo aquel que esté involucrado en el fútbol nacional como directivo, jugador o aficionado: Al América, o lo amas o lo odias. No hay medias tintas.
Y no es porque esto lo digan los que son expertos en la materia, pero es cierto que al balompié local le hace demasiado bien que una escuadra de la categoría de las Águilas esté en lo más alto. Digo, si a los demás equipos les cala que América sea campeón constantemente, a ver si por ese lado renuevan sus estructuras y realizan los movimientos pertinentes para simular lo hecho por los Azulcremas, lo cual le daría un giro a nuestra Liga y hacerla más competitiva. Desgraciadamente, la actualidad de los de Coapa hace mella en el “orgullo” de aficiones contrarias, quienes llenos de obcecación, despotrican e intentan desprestigiar el trabajo de personas que se dedican a este negocio de la pelota.
Pero, ¿qué sería del fútbol mexicano sin el América? Simple, no tendrían de qué hablar los contrarios y los periodistas, sobretodo ahora que el Club se ha convertido en el equipo más ganador desde que se instauró la época profesional en la Liga local.
El ser el equipo más importante, más reconocido internacionalmente, más amado, más odiado, más polémico y pertenecer a una televisora son las cruces con las que los que integran al club y su afición tenemos que cargar, y siendo sinceros, nos gusta.
Pero todo lo anterior sucede porque no sabemos perder ni reconocer la superioridad de los demás, y esto aplica para todos, para cualquier ámbito.
“No era penal”, “partido arreglado”, árbitro comprado” son sólo algunos ejemplos de lo expuesto anteriormente, y en el caso de los dos últimos son el pan de cada día en el país, y aunque esto sucede en todo sitio del planeta en el que se guste de jugar a la pelota, en México, si sucede esto a favor de los Azulcremas, siempre se hará más grande, no así con los demás equipos.
Además, este equipo muestra su grandeza al ser quien divide a la afición mexicana en 2: Americanistas y Antiamericanistas. No hay más.
De corazón espero que los rivales del equipo al que sigo (chivos, chemos y gatos) hagan algo por ellos mismos, por sus respectivas aficiones y por el balompié local regresen de igual manera a esos buenos tiempos, para que estas rivalidades crezcan y sean más interesantes, hecho que a la postre beneficiará a este deporte en el país y lo potencializaría más a nivel internacional.
Ya nos tocó sufrir, ahora nos toca disfrutar las mieles del triunfo y caminar orgullosos por las calles, esperando que aquellas glorias de los 80’s vuelvan en esta era y que el “Ódiame Más” continúe su ascenso, para que podamos ver y disfrutar un equipo de época.