El Inombrable: Sade.

Donatien Alphonse François de Sade. 10, 9, 8, 7…

Apuesto a que alguna imagen se vino a tu mente, querido lector. ¿Algún calabozo, grilletes, sangre, sexo salvaje (y cuando digo salvaje, no es la típica porno hardcore), 50 Sombras de Grey? Cual sea la imagen que exista en el imaginario colectivo, la importancia es esa, que existe.

Pero, ¿cómo es que llegan estas hermosas imágenes a nuestra cabecita loca? La gente se siente atraída a lo prohibido, a lo pagano, a las desviaciones que jamás podremos encontrar en un tratado convencional. Me explico: Si tú sociedad y religión te exigen casarte y hacer el amors con fin reproductivo únicamente, pones jeta, medio investigas, te atascas de una buena dosis de pornografía, te masturbas en repetidas ocasiones y optas por el sexo casual y sin compromisos.

¿Te suena? Bien, es parte de la rebeldía que ha existido en toda la historia y en todos los países. Perdón, ya no es una moda seguir la contraria y me atrevo a decir que es una de las razones principales por la que este hombre se tenga en un pedestal.

Pero no hablo de todos, vamos ¿a cuántas personas hemos oído hablar que aman a Sade sólo porque leyeron a ratitos 120 días de Sodoma? ¿Cuántas adolescentes sienten que mojan las bragas por escuchar, ESCUCHAR, que Sade es erótico y repetir la idea sin comprobarlo?

Donatien fue un aristócrata que creció con la idea de formar parte de una clase superior, de poseer una arrogancia casi divina, de crecer con esa actitud emberrinchada y escandalosa. Al final de día, logró su cometido. Que ganas de joder, tenía ese hombre, tanto que al estallar la Revolución Francesa, la clase obrera vio sus perversiones aristócratas como un entretenimiento, como algo a seguir, mientras que la iglesia y su gobierno trataron contra viento y marea, que demás gente no se atreviera a pensar como él.

Situándonos a 200 años de su muerte, me pregunto si realmente se logró algo prohibiendo sus obras, que conforme los años pasaban, se fueron publicando sin pudor alguno. Y regreso así a mi premisa de que lo prohibido es lo más deseado. Pues bien, sus obras se convirtieron en best sellers a nivel mundial. ¿Será que con sólo leer un par de obras del tipo, podremos conocer todo un universo reconstruido en letras desde una mente sumergida en la locura?

Pues bien, hay expertos alrededor del mundo que refieren a Sade como un ícono de autocrítica hacia la sociedad aristócrata, como un filósofo, como un personaje nihilista, como un tirano, más que su pesada mención sobre el erotismo. Y es simple, pues retomando las normas convencionales, es complicado conocer al Marqués por primera vez y pensar en una serie de pasiones placenteras.

Resulta complicado, pero no imposible, pues a este hombre se le acuña el concepto aquel que define el placer de infligir dolor: sadismo.

Quienes hayan desarrollado a lo largo de su vida, placeres diferentes, aquellos quienes hayan experimentado sensaciones más fuertes (BDSM), representan una mayor empatía con Sade, quienes desarrollan psicopatías sexuales o filias que nada tienen que ver con una simple penetración, besos y/o caricias.

Recuerdo la primera vez que leí Juliette. Tenía sólo 17 años. Me tendía en la cama por las noches a leer. Con una mano sostenía el libro y con la otra me tocaba… No, la verdad es que no. Lo leía en el transcurso de mi casa a la escuela y de regreso. No me espantaba, pero tampoco me excitaba. A decir verdad, algunos pasajes se me hacían un poco exagerados.

Estoy peleada con la idea de que se siga considerando un escritor erótico. Se revolcaría en su tumba al saber el legado que dejó para algunos, pero después de todo ¿quién nos puede asegurar que Sade fue un hombre que, con el afán de dejar huella en la historia, se atrevió a desgarrar en papel las peores e infames locuras, mezcla de la perversión y el crimen, retando a sus lectores a cumplir esa realidad efímera dentro de sus páginas?

¿Has leído a Sade? ¿Te atreverías a contarme al oído, que te parece aberrante que te excita de su obra? Yo también te reto.

Para los atrevidos, manden sus respuestas a: karla.g@daemoniaca.com