Hace unos días se estrenó en Netflix “El Juego del Calamar” (The Squid Game) y desde su lanzamiento se convirtió en lo más visto dentro de la plataforma a nivel mundial, ovacionada por la crítica y que el público está amando. ¿Por qué? A continuación, te cuento algunos detalles por los que vale la pena ver esta serie.
Un juego de vivir o morir
Como si Los Juegos del Hambre y Saw hubieran tenido un hijo, El Juego del Calamar funciona bien como un hobbie sádico al tiempo que hace una crítica social que potencia el resultado final de esta serie coreana de nueve episodios.
Creada, escrita y dirigida por Hwang Dong-hyuk, su perturbadora trama nos presenta a 456 personas con problemas económicos que aceptan competir en un juego mortal por conseguir un premio que les permitirá corregir sus vidas. El único problema es que podrán morir en el intento.
Es sádica, cruda y densa (sentí que estaba viendo una versión recargada de Parásitos), con alto contenido de violencia explícita, que si bien nunca llega a caer en el mal gusto, no es para todos.
Por qué es tan adictiva
Dong-hyuk se basó en cuatro elementos para engancharnos y no permitirnos soltar hasta llegar al desenlace: emoción, entretenimiento, suspenso y crítica social. Y es que no me dejarán mentir quienes ya la vieron que desde el primer capítulo quedas atrapado con los participantes dentro de este sádico juego y quieres saber en qué va a terminar.
Si bien nueve episodios son poco tiempo para desarrollar a cada personaje, bien puedes empatizar con sus circunstancias, su dolor, y hasta encariñarte con ellos, especialmente del protagonista interpretado por el actor Lee Jung-hae. El creador propone una reflexión sobre el mundo capitalista en que vivimos, el cual crea consumismo, promueve los préstamos y las deudas, donde muchas personas terminan ahogadas, perdiéndolo todo.
Pero sin duda, el principal gancho es la violencia, pues no escatiman en la utilización del gore, aprovechando siempre la capacidad de impacto sin caer en su glorificación. Esto mezclado con un correcto uso del suspenso, mantiene la tensión a medida que la historia avanza creando la necesidad en el espectador de seguir devorando episodio tras episodio utilizando cliffhangers y giros de tuerca inesperados.
En conclusión
La historia fue escrita hace 13 años (2008), pero debido a su sangrienta trama, no logró conseguir quien se interesara en ella hasta que llegó el tío Netflix, expertos en producir contenidos de alto impacto para consumirse en una sentada. Sabe manejar muy bien los diferentes ingredientes para despertar y atrapar nuestro interés (y es preocupante que disfrutemos esta clase de contenidos violentos y crudos).
En resumen, es un entretenimiento sádico, que si bien no es perfecto, te deja un buen -y sangriento- sabor de boca.
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