27 años, tiempo lleno de ira y hambre, hambre de sangre, carne y miedo, especialmente miedo, que deben ser guardados hasta su próximo ciclo en un ser cosmogónico que se manifiesta en la Tierra, conocido como la eterna, la devoradora de mundos, Bob Gray y sobre todos estos Pennywise, el payaso bailarín, su forma favorita para cazar a sus víctimas más exquisitas: Los niños.
¿Qué va más allá del miedo? ¿Cómo luchas contra él? ¿No es como si el verdadero terror se encontrara siempre presente en nuestro alrededor, con cada actitud negativa, peligro y violencia vivida a lo largo de los años? ¿Quién es el verdadero monstruo en esta historia?
Son preguntas clave para entender el significado real de las más de 1500 páginas de la que ha sido considerada como la obra más ambiciosa de Stephen King, publicada en 1986 y que ahora, siendo adaptada al cine, después de dos años de la primera mitad de la historia en 2017, llega a su fin con una entrega que sin duda alguna logra adaptar y sobre todo a captar la esencia no sólo de la novela, sino del mismo King así como su percepción del mismo.
27 años han pasado después de lo ocurrido aquél verano del 89, donde Bill el Tartaja y sus amigos enfrentaron a Eso –una entidad que aparentemente se manifiesta ante ellos en forma de su peor miedo- con la unión y el poder de la voluntad de creer (Chüd) intentando así acabar con el/ella. Ante el evidente fallo de lograr el cometido y la promesa de volver a Derry si Eso regresa, se abre un nuevo capítulo en esta historia, donde este terrorífico ser retorna, ahora con más odio, hambre y nuevos “trucos” para atraer y vengarse de los perdedores que le hicieron sentir miedo por primera vez en su existencia.
De esta manera, El director Andrés Muschietti en su apuesta nuevamente por conseguir lo que muchos dudaban, logra darle punto final a esta historia, de una manera memorable, plasmando en esta todos los elementos necesarios para comprender su significado: Terror, comedia, suspenso, drama y fantasía.
Hablando del primer y último punto, son rasgos característicos del escritor, que tiene un modo de percepción de las cosas que te llevan más allá de lo convencional, cada presencia plasmada en sus historias queda en tu memoria, porque el miedo puede llegar a crear cosas fantásticas en tu cabeza, inimaginables y absurdas que siempre van a perseguirte, hasta que tomes la decisión, creas en ti mismo y las confrontes. Y esto hace la cinta en muchos momentos, creando criaturas extrañas, salidas de lugares aún más inusuales, convirtiendo entornos comunes en incómodos con la intención de interferir y pretender destruir la única forma en la que pueden ser eliminadas.
El contexto y trama en general en el filme no es muy complejo o más bien puede ser entendido fácilmente si lo ves de la manera en que “deben regresar a destruir al monstruo”, sin embargo, la intención real es ciertamente distinta, en un sentido metafórico de concluir algo que dejaste atrás y ahora te persigue o pretende consumirte desde dentro, apoyado en la idea de un género más como la ciencia ficción que crea un contexto más emocionante.
Así, se podría considerar que esta obra es algo parecido a una carta de amor o un fan service para sus seguidores y algo grato para los amantes del cine de terror y la ficción.
¿Por qué?
En primer lugar por no alterar la historia original a manera de conseguir captar su esencia; en segundo, llevar un ritmo similar a su novela, así como tomarse su tiempo para desarrollar a sus personajes, llevando a la pantalla a los seres fantásticos, propios de un sueño alterado, pertubador e irreal; y en tercero por la cantidad de referencias que podemos encontrar en la proyección, desde la representación y objetos icónicos de sus otras novelas y adaptaciones cinematográficas hasta el propio King.
Esto también se logra desde la asignación de un buen reparto, el cual -que desde la primera entrega fue destacable- regresa y ahora, con su contraparte adulta conllevan a un ambiente sumamente agradable.
Hablando en esta ocasión de los adultos, los que se llevan los aplausos son evidentemente los más conocidos: James McAvoy, Jessica Chastain y sobre todo Bill Hader.
Hablando de McAvoy, la imagen de Bill Denbrough queda bien representada, desde el modo de lenguaje como sus incapacidades, hasta la manera de actuar, valiente pero también cautelosa, inteligente y como un líder, si bien no queda enmarcado el último punto, si se percibe el valor o la importancia en la trama y su protagónico. No se percibe como el mejor papel que se le ha visto por la sencilla razón de compartir pantalla con muchos otros actores de buen nivel y por el tono de personalidad que mantiene, es sobria y cumple con el rol.
En cuanto a Jessica Chastain, mantiene la importancia que se le dio a Beverly desde la primera entrega con Sophia Lillis. Encarna a una mujer marginada, llena de cicatrices que la han marcado desde siempre y no la han dejado ser feliz, fuerte pero a la vez tan vulnerable que lucha por escapar del infierno que ha vivido desde la relación con su padre y que la hace sentir culpable pero incapaz de afrontar esa situación hasta que logra la conexión con sus amigos, tal y como hizo 27 años atrás.
Últimamente las películas de terror optan por plasmar un personaje que ayude a romper la tensión en la sala, que sea esporádico, ocurrente o por qué no, divertido. Que cree cierta sensación de alivio o distraiga un poco sobre el problema presentado. Para esto, se tenía garantizado al gran Richie Tozier, representado por Bill Hader que es un experto en esas situaciones y en el filme no se queda atrás, para algunos incluso “robándose la película”, cada momento gracioso utilizado es conveniente pero no tanto el adecuado, se podría conceder un poco la palabra “exceso” y no se estaría siendo duros con él, en muchas ocasiones la proyección se presta muy bien para ello, si, pero en otras es un tanto innecesario estar rompiendo los momentos de terror. Aún así, manifiesta aquellos sentimientos de ser una persona graciosa para ahogar aquello que no lo deja del todo, que podría hacerlo blanco de burla o juicio erróneo y que en ocasiones lucha por sacarlo a flote sin ningún remordimiento.
Otra de las cosas que son pieza clave para lograr momentos de tensión, es la banda sonora, a cargo nuevamente por Benjamin Wallfisch (que también ha participado en proyectos como Blade Runner, Annabelle y Shazam) que hace un trabajo sublime. Incorporando elementos que han sido ya considerados como clave para la música de terror: sonidos chirriantes, pausados o ténues de los instrumentos de cuerda como violines y cellos que ponen los pelos de punta y resultan en ocasiones incómodos al oído. Además las piezas más melódicas son realmente bellas en momentos melancólicos. Para que la música logre su cometido debe tener cierta sincronía con la escena presentada para que funcionen como uno y basta ver la escena del juego de los espejos (que fue mostrada en el segundo tráiler) para convencerte de la gran labor de Wallfisch.
Yendo directamente a los puntos que dejan qué desear en la cinta, podemos nombrar un par de ellos. El primero, en que si bien la historia lleva un momento complejo por el hecho de hablar un poco del macrocosmos y el tan mencionado Rito de Chüd y su relación con nativos americanos, esta vez involucran a otro método un tanto rebuscado para intentar explicar este, inventando una tribu “nueva” en la trama para que encaje, sin embargo, puede llegar a confundir a la audiencia cuando Chüd es un poco más sencillo e incluso ha sido ya explicado anteriormente en este escrito.
Otro de los puntos es el CGI, que no es del todo el mejor que hayamos visto en la actualidad pues en momentos si denota cierta deficiencia en ocasiones que alteran la interpretación de los personajes, una en Eddie Kaspbrak que no será mencionada por este medio y en varias ocasiones en las que el simple maquillaje de Bill Skarsgård podría resolver el problema y hacerlo mucho más memorable. La animación por computadora no es para nada un problema en los momentos de las criaturas fantásticas que se observan, pues ello las hace aún más increíbles por el simple y sencillo hecho de que son producto de la imaginación o de un ser extradimensional.
Una cosa más, Tim Curry, has sido desplazado definitivamente en lo que respecta a la interpretación de Pennywise así como en todo lo que conlleva a manera de impacto emocional y encarnación del personaje. Bill Skarsgård no sólo se encarga de darle vida, ser más cruel y cumplir, sino que va más allá de ello, se mete completamente en el traje del payaso bailarín, su gran cambio de voces, la mirada, las risas y lenguaje corporal lo hacen memorable, el espectador pide más de él en todo momento y cuando al fin llega, hace las mejores escenas del filme. Incluso en algunas ocasiones puede llegar a tener esa sensación de dejarte convencer como lo hacen los pequeños, te engancha completamente. Se nota el cambio que ha tenido Pennywise en esos 27 años llenos de ira pues es un ser aún más despiadado comparado con el de la primera parte.
Así pues, podemos concluir que IT: Chapter 2 es una de las mejores adaptaciones que se han hecho de las novelas de Stephen King tanto por el seguimiento de la historia, la captación de la esencia, la representación de las formas de Eso, como de la intención real de la obra, con ese exquisito, pútrido y sublime sabor mental de terror/fantasía que te dejan las letras de sus obras.
IT: Chapter 2 se encuentra en cartelera a partir del 6 de septiembre