En el año 2013, Warner Bros. Pictures apostó fuertemente por una nueva franquicia de terror que despegaría como una de las más aterradoras e intrigantes del cine actual: El Conjuro, un largometraje que entre sus mejores hazañas contaba con una historia basada en hechos reales. Ed y Lorraine Warren, investigadores de lo paranormal, destacaban como protagonistas en una trama bien contada y hasta cierto punto intrigante que gracias a su éxito ha conseguido ya una secuela directa, así como precuelas que nos cuentan el origen del mal.
La Monja es una película que aprovecha la popularidad del antagonista de El Conjuro 2. Valak, el marqués de serpientes, un demonio que suele utilizar la debilidad de las personas para encarnar distintas formas y que como nos explican desde la ya mencionada secuela, en esta ocasión ha decidido adaptar la apariencia de una temible monja con el objetivo de hacer dudar de su fe a quienes le enfrentan. Como era de esperarse, la historia tiene como trasfondo el revelarnos los ancestrales ritos que trajeron a Valak a la tierra de los vivos y, claro, sus consecuencias posteriores.
A pesar de que sus creadores la pintan como “la entrega más oscura” de este universo cinematográfico, no podríamos estar más en desacuerdo. El potencial que La Monja tenía desafortunadamente no alcanza los altos niveles de horror que por ejemplo sí vemos en Annabelle 2 e inclusive se desmarca de los “estándares” que conocíamos dentro de la franquicia; el mayor acierto que habían tenido y por el que posiblemente han enganchado a un montón de fans era la credibilidad y realismo con el que se ejecutaban los hechos de sus antecesoras, ofreciendo a los espectadores una visión cercana donde los hechos que presenciábamos nos convencían – hasta cierto punto – de su existencia fuera de la pantalla grande.
La Monja, por otro lado, decide tirar todo el concepto a la basura y tomar elementos cliché de cualquier otra franquicia en el cine de terror, para así mostrarnos momentos de comedia, drama, amor, y hasta acción con puzzles al estilo de Indiana Jones o La Momia. Lo realmente preocupante es que ninguno de estos temas fue abordado realmente y constantemente te sentirás en un vórtice de elementos reciclados de mala manera. Constantemente la cinta juega con conceptos de ocultismo, brujería y encantamientos ya vistos muchísimas veces y como fanático podrías sentirte decepcionado al ver templarios e inclusive granadas santas al estilo de Worms.
Dejando de lado su historia, La Monja fracasa también al presentarnos nuevos personajes que a la postre no aportan absolutamente nada y que en pocos días resultan olvidables e irrelevantes. La Hermana Irene, El Padre Burke y Frenchie, interpretados respectivamente por Taissa Farmiga, Demián Bichir y Jonas Bloquet no consiguen en ningún momento hacernos sentir encariñados con ellos y mucho menos obtener el suficiente peso para siquiera ser mencionados en las posteriores entregas que seguramente veremos. Tristemente los tres protagonistas principales se ven relegados ante huecas conversaciones, interacciones poco creíbles y romanceos terribles.
Del lado positivo, esta precuela enlaza correctamente ciertos elementos que ya conocíamos para hacerlos ver un tanto más maduros e inclusive nos dejan con ganas de ver más de ellos. Sin afán de hacer ningún spoiler, la aparición de viejos conocidos seguramente te hará esbozar una sonrisa y hasta ayudará a que al salir de la sala te pongas a reflexionar en cómo los creadores del universo de El Conjuro planean unir cada uno de sus productos hasta llegar un posible desenlace épico, a la Avengers: Infinity War. Podrá sonar un tanto sacada de tono esta comparación, sin embargo sabemos que Warner Bros. Pictures tiene entre manos una expansión aún mayor del Expediente Warren.
Las actuaciones en La Monja tampoco son de lo más brillante y nos atrevemos a decir que Demián Bichir en su papel de sacerdote e imitador de Jason Statham son de lo mejorcito; el mexicano cumple con la labor encomendada y funge bien con su papel de héroe atormentado por su pasado, aunque en ocasiones pareciera que los demonios que lo acechan son más benévolos de lo que podríamos esperar. El resto del reparto cumple adecuadamente, sin embargo su participación está reducida a escenas puntuales y cortas. Grandes talentos Bonnie Aarons, Charlotte Hope, Sandra Teles y Mark Steger fueron asignados a personajes limitados a ofrecer “nuevas pistas” y datos inútiles para así aderezar un poco la carencia de trama.
Si lo que esperabas era salir llorando del miedo, déjanos decirte que esta no es la película que buscas. La Monja deja de jugar con el temor a lo desconocido y desde sus primeros minutos te muestra el horror al que nos estamos enfrentando para esta ocasión, contando con jump scares predecibles y hasta graciosos. La decisión del director Corin Hardy por apegarse demasiado a los estándares del género nos provocarán tensión y desesperación por ver los créditos y terminar con la tortura que nos presenta. Eso sí, las locaciones y música elegidas por Hardy son de lo mejor que hemos visto en toda la franquicia; kudos extra por ello.
En conclusión, La Monja es la peor entrega en la franquicia de El Conjuro; con un montón de clichés del género y una horrible mezcla de temáticas extraídas de todo tipo de película Hollywoodense, la historia centrada en Valak decepcionará a todo fanático de sus predecesores, así como a quienes buscarán ver la que sus creadores habían nombrado como la “entrega más oscura” de este universo cinematográfico. Afortundamente posee algunos aciertos como la música, locaciones y conexiones con el resto de cintas. ¿Lo mejor? Su final.