Maze Runner o “El corredor del laberinto”, como decidieron llamarle en nuestro país, es una saga de libros medianamente popular que enfatizó su aceptación mediática al darse a conocer la primera de estas cintas, durante el año 2014. Este proyecto traído a la gran pantalla de la mano de 20th Century Fox fue objeto de distintas críticas que la colocaban como un éxito todavía mayor que la fuente elegida para la adaptación, llamando así la atención del público, quien brindó el apoyo necesario para ver dos secuelas más en cines.
Tras casi dos años de espera no programados, ya hemos visto Maze Runner: La Cura Mortal (Maze Runner: The Death Cure), que nos trae de vuelta a Dylan O’Brien (Thomas) y compañía, en un cierre de trilogía que al menos durante su etapa de promoción, parecía culminar con broche de oro esta serie de cintas de acción y suspenso. La distribuidora inteligentemente sorprendió a los fanáticos con secuencias de acción previas que parecían no revelar los puntos interesantes que la secuela tocaría, y sí que lo consiguieron; el producto final nos ha deleitado con un montón de giros a la trama que a pesar de no ser tan inesperados, dotan de cierta frescura la historia que nos acompaña en las más de dos horas de duración del largometraje.
Así pues, Maze Runner: La Cura Mortal inicia seis meses después de los acontecimientos vistos en “Las Pruebas de Fuego”, con un Thomas empeñado en ser el héroe de la aventura y cargado con unas cuantas habilidades nuevas, que pareciera haber adquirido del mismísimo Nathan Drake (Uncharted). Durante los primeros minutos de la película, encontraremos viejos conocidos (aunque un poco más acabados) como Newt, Minho, Vince, Brenda y su padre Jorge, así como otros secundarios que toman relevancia en esta ocasión. La sencillez de la historia es, posiblemente, un punto fuerte y también débil ya que los nuevos espectadores se van a quedar de a seis con ciertos detalles que el director Wes Ball ha dejado a quienes hemos seguido la franquicia desde sus inicios.
El guión y su desarrollo son también bastante simples y a pesar de que parecieran no dirigirse a ningún lado, en el enfoque histriónico, consiguen atrapar nuevamente al público con renovadas escenas de acción al más puro estilo de Hollywood; balazos por doquier, explosiones dignas de Michael Bay, sangre, cranks y mucho dramatismo. Eso sí, habrán momentos en los que tendremos la sensación de que el filme ha decido no arriesgarse demasiado y se ha conformado con adaptar ideas a su manera, lo cual tampoco es un punto ciertamente negativo. Por otro lado, el constante cambio de enfoques es acertado, y la edición de los mismos es simplemente brutal. A diferencia de su segunda parte, los protagonistas hacen algo más que correr de un lado a otro.
La fotografía de Maze Runner: La Cura Mortal es otro de sus puntos fuertes, mostrándonos constantemente entornos post-apocalípticos que nos recuerdan grandes obras de la industria del entretenimiento, como Soy Leyenda o The Last of Us. La influencia del equipo de desarrollo por las ya mencionadas es más que evidente y los tonos oscuros durante las fases de suspenso están estupendamente conseguidas, así como el vibrante coloreado del cuadro al cambiar por persecuciones o tiroteos nos ha dejado simplemente fascinados. Las texturas vistas son increíbles y los paisajes te dejarán con ganas de quedarte mirando al horizonte en más de una ocasión -recomendamos ver esta cinta en formato IMAX-.
Del lado de las actuaciones, nos encontramos con un reparto sensacional, encabezado por el ya mencionado Dylan O´Brien (quien no se quedó con el papel de Spider-Man), Thomas Brodie-Sangster, Kaya Scodelario, Ki Hong Lee, Bill Poulter, Giancarlo Esposito, Aidan Gillen, Rosa Salazar y Walton Goggins, entre muchos otros que vuelven para darnos una última probada de su talento – al menos en la saga del laberinto-. No obstante y a pesar de que la mayoría de ellos cumplen con el encargo de la producción, nos es imposible reconocer las decaídas que estos tienen; sobre todo en los momentos de más tensión e interacción dramática uno a uno. Claro que, como buen fanático, gocé de varios momentos de felicidad y ternura al encontrarme con diálogos en los que se hacía referencia a momentos pasados, y el correcto accionar de cada personaje le añadió el toque perfecto de nostalgia.
Algo realmente increíble de Maze Runner: La Cura Mortal es la manera en que su director nos ha consentido a los más asiduos a la saga por medio de referencias, easter eggs y acontecimientos épicos que a pesar de parecer exagerados, encajan de buena manera y más allá de lucir fuera de tono se acoplan perfectamente a cada segundo transcurrido. El ver de vuelta a algunos que creíamos muertos y deshacerse de otros por medio de métodos inesperados, son detalles que al menos a mí no pueden más que encantarme. Esta montaña rusa de emociones nunca deja de subir y bajar, manteniendo un ritmo vertiginoso que no para hasta que llega el momento de los créditos.
En conclusión, Maze Runner: La Cura Mortal es un cinta digna del cierre de una de las trilogías más aclamadas de los últimos años. Su excelente manera de adaptar una novela no tan buena y añadirle detalles sin perder su esencia es una labor de la que pocas sagas fílmicas pueden jactarse. No obstante, la historia peca de sencillez y a pesar de mantenerte al tanto de la acción por medio de secuencias impresionantes, en ocasiones nos deja una sensación curiosa de que no está pasando absolutamente nada. Una película que con todo y sus defectos debes ir a ver sí o sí, aunque te advertimos que si no has visto las dos primeras te nos vas a perder en el laberinto de CRUEL.