Primer vacuna contra el COVID-19, carrera de egos a costa de la salud pública

Durante una videoconferencia transmitida el día de hoy a medios locales, el Presidente de Rusia, Vladimir Putin dio la noticia que impactaría a nivel mundial, la nación del territorio más grande del planeta había registrado la primer vacuna contra el virus SARS-CoV-2, causante de la actual pandemia.

Así pues, bajo el nombre de Sputnik V, en referencia al satélite con el que la Unión Soviética se puso adelante en la carrera espacial en la década de 1950, el mandatario ruso aseguró que la nueva vacuna había pasado todas las verificaciones necesarias y que incluso había sido probada por una de sus hijas, añadiendo cómo sucedió el proceso de recuperación de la misma.

Después de la primera inyección su temperatura subió a 38 grados, al día siguiente tenía 37,5. Después de una segunda inyección su temperatura subió ligeramente, y finalmente regresó a la normalidad.

Este testimonio se añade a la otra parte de la información que se conoce de la Sputnik V, desarrollada por el Centro Nacional de Investigaciones Epidemiológicas y Microbiología Gamalei, donde se menciona que se trata de una vacuna de dos vectores de un adenovirus, causantes del resfriado común en los humanos. Estos adenovirus son modificados para que no contengan el gen responsable de su replicación. La vacuna rusa es de dos dosis, La primera dosis es un virus Ad26, la misma cepa que se usa en una vacuna experimental que está desarrollando la compañía farmacéutica Johnson & Johnson y su subsidiaria Janssen, mientras que la segunda dosis de ‘refuerzo’ está hecha de un virus Ad5, como el de una vacuna experimental jab que se está desarrollando CanSino Biologics en China. La segunda se aplica a los 21 días de la primera. Esta ayuda al sistema inmunológico a reaccionar y producir anticuerpos, que protegen de la infección.

Sin embargo, hasta la fecha de publicación de esta nota no se conocen los resultados de estos ensayos y sobre todo esto, la fase III de la vacuna aún no ha concluido, por lo que la misma pasaría por pruebas de esta fase en los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y otros países, según la agencia estatal de noticias rusa TASS. También se comentó que en 20 países, en América Latina, Medio Oriente, Asia y otros lugares, habían recibido solicitudes de compra de mil millones de dosis, y que la fabricación estaba lista para producir 500 millones de dosis, con más capacidad en proceso. En otras palabras, la Sputnik V, será lanzada como un tratamiento de prueba con disfraz de vacuna avalada sin tener aún en cuenta si causará efectos secundarios en los sujetos de prueba.

A los expertos también les preocupa que la aplicación de vacunas que no han sido debidamente comprobadas pueden causar más daño que bien, al generar una falsa sensación de inmunidad que lleve a abandonar medidas de prevención eficaces.

Basta con conocer algunos ejemplos de los riesgos que conllevan este tipo de situaciones. Elmer Huerta, especialista en Salud Pública, cita el caso de 1976, cuando se aprobó una vacuna contra la gripe porcina que causó que entre 45 millones 450 personas desarrollaran el síndrome de Guillain-Barré, un extraño trastorno neurológico en el que el sistema inmunitario ataca el sistema nervioso del cuerpo por error.

Otro problema podría ser una reacción inmunitaria similar al asma que se convirtió en un problema con algunas vacunas experimentales contra el virus del SARS (síndrome respiratorio agudo severo). Esto entonces, podría poner en duda cómo ocurrió una licitación de un medicamento que aún continúa en pruebas y planea administrarse a diferentes personas alrededor del mundo.

Por su parte, Danny Altman, profesor de Inmunología en el Imperial College de Londres,  externó al Science Media Centre su preocupación por el hecho de que la vacuna se libere antes de ser sometida a pruebas exhaustivas. “La vara para poder aprobar una vacuna debe ser, necesariamente, muy alta, después de hacer ensayos clínicos fase tres. El daño colateral de liberar cualquier vacuna que fue menos que segura y eficaz exacerbaría nuestros problemas actuales. Espero se hayan seguido estos criterios”.

“Es ridículo, por supuesto, obtener autorización sobre estos datos”, dice Svetlana Zavidova, directora de la Asociación de Organizaciones de Ensayos Clínicos de Rusia, que trabaja con compañías farmacéuticas internacionales y organizaciones de investigación. Sin un ensayo de fase III completo, a Zavidova también le preocupa que no quede claro si la vacuna previene el COVID-19 o no, o si causa efectos secundarios dañinos, debido a las brechas en la forma en que Rusia monitorea los efectos de los medicamentos. “Nuestro sistema de monitoreo de seguridad, creo, no es el mejor”.

En ese sentido, la OMS anunció este martes que ha estado en conversaciones con Moscú para realizar una evaluación de la vacuna.

Entonces ¿Qué se encuentra detrás de todo esto? ¿Es realmente el esfuerzo sobrehumano de la ciencia local o es simple causa política encerrada en el asunto de mostrar al mundo quién es la verdadera potencia? el ponerle el nombre “Sputnik” como un logro propio para ser reconocido y recordado a pesar de la necesidad de pruebas que garanticen la salud pública es sin duda un movimiento acelerado y riesgoso que se sobrepone desesperadamente aún ante su misma comunidad científica.