Reseña | Rocket Arena

Electronic Arts, por medio del desarrollo interno y apoyo a estudios de títulos un tanto más independientes, ha venido fortaleciendo su catálogo de productos enfocados a los videojugadores y Rocket Arena no ha sido la excepción. Con la promesa de acercar a un montón de personas hacia el mundo de los esports, este juego llega cargado de acción y ¡muchos cohetes!

La premisa de Rocket Arena es bastante sencilla, ya que desde su concepción nos pone ante un título de enfrentamientos de 3 contra 3 en distintos escenarios dignos de admiración; todos y cada uno de ellos con un montón de personalidad y detalles coloridos por doquier, que por cierto he de aplaudir. Aunque de ninguna forma inventa el hilo negro para los proyectos de este estilo y que su mezcla de diseño de arte toma inspiración de los competidores más aguerridos del segmento, Electronic Arts ha logrado dotar a Rocket Arena de su propia visión y sobre todo, diversión.

¿Cómo se juega? Es bastante sencillo: dispara, corre, salta y consigue power-ups que te ayuden a poco ir aumentando tu barra de poder y con esto, enviar a tus rivales fuera del campo de juego. Sí, así de sencillo como suena, y justo con estas mecánicas resulta suficiente y hasta sobrado al entretenernos, sobre todo si reúnes a tus amigos y en conjunto logran efectuar tácticas más elaboradas. Aquí lo realmente brillante es que el matchmaking es sumamente rápido y no tardarás en ir de partida en partida sin inconvenientes, con crossplay entre consolas y PC incluido desde el día uno.

Por otro lado, cada uno de los escenarios posee distintos objetivos que debemos cumplir y en ocasiones hasta modifica la manera en que buscamos desplazarnos entre las bien elaboradas plataformas a las que hay que acceder por medio del salto y la potencia de los cohetes que potencian el nombre del videojuego y del que por cierto deben estar orgullosos sus desarrolladores, ya que si por algo se caracteriza Rocket Arena es por hacer un perfecto alarde de las promesas con las que fue presentado el año pasado.

Los modos de juego son distintos y variados, y aunque resultan ser emulaciones de populares segmentos multijugador como “dominio” en Call of Duty, por ejemplo, logran transportarnos hacia 5 diferentes misiones por cumplir en coordinación con nuestros amigos. Una de ellas consiste en mantenernos dentro de un cilindro gigante que cambiará de color a naranja o azul, dependiendo de quién lo tenga bajo su poder; en otro habrá que anotar “goles” como si de Rocket League se tratara y en uno de los que más me tocaron hasta el momento, hay que recolectar cofres del tesoro y mantenerlos con nosotros.

Lo más entretenido de todo esto es que Rocket Arena añade también populares características de juegos MOBA y con una amplia variedad de personajes, que además de tener diseño y personalidades distintas, juegan un rol decisivo al aportar habilidades completamente diferentes así que deberás optar por el que más se adecue a tu manera de jugar. Unos de ellos son más ágiles, otros más poderosos, algunos pueden hacer mejor labor de cobertura y otros simplemente están elaborados para hacer boom.

El apartado técnico de Rocket Arena es bastante sobresaliente, siempre manteniendo los 60 cuadros por segundo en Xbox One X. El trabajo de modelado es muy bueno y como mencioné anteriormente, se ve aderezado por un trabajo de arte muy enfocado en agradar visualmente con el colorido y variaciones en cada rincón de las batallas o hasta en las expresiones de nuestros “protagonistas”. Su banda sonora es amena y resulta ser muy agradable al encontrarnos navegando por los menús.

En conclusión, Rocket Arena es un videojuego que cumple el objetivo de divertir, adaptando modalidades y mecánicas vistas en competidores fuertes del segmento multijugador. Su apuesta enfocada en temporadas y los ya famosos pases de batalla, lo convierten en una opción buena para el mundo de los esports y aunque a mí me ha encantado, los únicos que pueden dictaminar su triunfo o fracaso es el propio público que le pondrá las manos encima.