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En aquel lejano 2013, cuando la crítica especializada en cine le dio las peores calificaciones a “Man of Steel”, Zack Snyder (300, Watchmen) se defendió diciendo que la gente estaba aferrada a la versión “limpiecita” del Superman de las películas de Richard Donner, y que “su” Superman estaba más cercano al canon de los comics. Lo mismo pasó 3 años después con “Batman V Superman”: La crítica destrozó la cinta y Snyder nos acusó de no entender su visión oscura y sombría, basada, según él, en “historias que sólo los verdaderos fans de los cómics pueden entender y disfrutar”. Con el perdón del señor Snyder, el cine es su propio medio, y cualquier película, sin distinción de la historia o medio en el que esté basada, debe funcionar como un ente independiente e idealmente, debería ser disfrutada por fanáticos, expertos y néofitos por igual.
Es por esto que el primer gran acierto de “Suicide Squad” es contar con un nuevo director. Y aunque –inexplicablemente- la película ha recibido un alud de críticas negativas, David Ayer ha logrado manufacturar un filme altamente disfrutable, divertido y emocionante. Sí, el mundo de “Suicide Squad” es oscuro, y abreva de la estética heredada de la trilogía de Batman de Nolan, pero el tono de la película es completamente diferente, y goza de una nueva ligereza que se agradece bastante (sin llegar a los extremos de las “comedias de acción” de Marvel).
Sin embargo, el éxito de “Suicide Squad” radica en sus personajes y el magnífico cast que los interpreta -no en vano cuenta con 3 ganadores y 2 nominados al Óscar-. David Ayer sin duda logró armar un ensamble actoral con magnífica química y gran presencia escénica, que salvo una tercia de personajes completamente inútiles –Katana, Boomerang y Slipknot– funciona a la perfección. Y las palmas, por supuesto, se las llevan los 3 créditos principales: Will Smill como Deadshot, quien hasta hace algunos años, fuera la estrella más taquillera del mundo, aún goza del enorme poder de levantar cualquier escena con su mera presencia; Jared Leto, ganador del Óscar que entrega el alma y el físico en cada papel. Esta ocasión no es la excepción, y Leto le vida a una nueva y completamente diferente interpretación del Joker; mientras que el “guasón” de Ledger era un anarquista, el Joker de Leto es un jefe de la mafia, psicótico, frío y calculador, que gusta de los tatuajes, las cadenas de oro y los clubes de desnudistas y cuyo único rasgo de humanidad es la pasión –y quizá, amor-que siente por Harley Quinn. Y es ella, Harley Quinn, el corazón de Suicide Squad. Margot Robbie, quien entró a historia fílmica por la puerta grande, vía “The Wolf of Wall Street” de Martin Scorsese, entrega en esta cinta la interpretación que la lanzará definitivamente al estrellato, con una Harley Quinn memorable, divertida, apasionada y sí, bastante afectada de sus facultades mentales.
Quien escribe estas líneas encuentra completamente inexplicable la reacción de la crítica a Suicide Squad. Prácticamente todos los medios especializados en cine la han hecho trizas e incluso ya ha sido llamada “la peor cinta del año”; estas reseñas quizá vienen prejuiciadas de origen por las historias de una producción llena de dificultades, por los rumores de los reshoots impuestos por los ejecutivos de Warner –quienes exigieron más escenas de comedia preocupados por el tono serio y oscuro del corte original de la cinta-, o por la reacción negativa de los fans al Joker tatuado de Leto. Afortunadamente, parece que las malas críticas no han afectado el desempeño de taquilla, y a un día de su estreno, el Escuadrón Suicida ya ha logrado más dinero que hits recientes como Deadpool y Guardians of the Galaxy, signo de a que los fans y la gente común y corriente lo único que le importa, es divertirse y pasarse un buen rato en el cine. Y Suicide Squad es precisamente eso, a final de cuentas: Una cinta muy divertida que te hará pasar un buen rato. No necesitamos nada más.